“¡Qué importante es
contar con un buen consultor!”… Es la frase llena de gratitud que me dijo un
cliente con una enorme sonrisa en su cara,
al salir airoso de una reunión compleja cuyos resultados tendrían alto impacto
en él y en su equipo y para la cual yo le había ayudado a prepararse.
De eso se trata la
Consultoría, del éxito y bienestar de otros. La entiendo y asumo como un servicio de ayuda en el cual el eje no es quien lo ofrece sino quien lo
solicita y recibe.
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En tanto que ayuda, el espíritu de la Consultoría
tiene que ver con apoyar, reforzar, favorecer, fomentar, impulsar, cooperar,
coadyuvar, influir, patrocinar, aliviar, asistir a otro para que alcance sus
objetivos con autonomía y obteniendo con ello mayor bienestar para sí mismo y para sus relacionados.
En la Consultoría hay
límites. Unos lo impone el cliente, otros la ética de la relación y del
servicio y otros los valores universales que aceptamos como ideales de
convivencia entre personas.
Por otro lado, en la Consultoría
podemos reconocer una dimensión general y una específica. La primera, podríamos
decir teórica, nos revela un proceso con entradas, salidas y pasos, unas
características, herramientas y contenidos que se aplican prácticamente en todas
las áreas en las que este oficio se ejerce. La dimensión específica la descubrimos en el ejercicio de la
consultoría, proviene de la realidad de cada cliente, de cada caso o proyecto,
de cada momento, de cada consultor. Esta última dimensión nos advierte contra
las recetas o soluciones universales y nos impone apegarnos a las necesidades y
características de cada cliente como vía segura para ser efectivos y eficaces
en nuestras intervenciones.
Parte de nuestra misión
es facilitar en los clientes aprendizajes, cambios… en sus sistemas, en sus
ideas, en sus prácticas, en sus herramientas o en sus comportamientos que les ayuden
a alcanzar más éxito, más bienestar y más vitalidad personal y organizacional.
Esta ha de ser la única
intención del Consultor: ayudar a otros a ser mejores personas, líderes,
colaboradores y profesionales. Nuestro vehículo es la influencia, no hay mando
entre el consultor y el cliente, por lo tanto, generar credibilidad es una base
sin la cual la consultoría no tendrá éxito. De aquí que prepararse bien para
ejercer este rol, en su triple naturaleza, es indispensable:
1.
Servir,
2.
Influir
3.
Facilitar aprendizajes y cambios.
Belinda Bozo A
Excelente!
ResponderEliminarQue bueno que te decidiste a publicar. Tienes mucho que decir y mucho que aportar. No solo tu experiencia (que es vasta) te acompaña... también esa vocación de servicio tan generosa y autentica, esa sonrisa siempre dispuesta y tu buena intención a toda prueba!!! Adelante!
El cielo, es el limite!
Es realmente grato saber que hay consultores empresariales con este entendimiento de su labor y esta pasion y dedicacion a su trabajo. Es muy importante para nosotros los clientes saberse en buenas manos desde el pricipio. Continuare pendiente de su blog.
ResponderEliminarBozo excelente iniciativa!!! Aplaudo por eso.... Compartir tus experiencias y aprendizajes es de gran valor para los que incursionamos en éste oficio, gracias amiga por tu contribución DTB
ResponderEliminarÉxitooooo y excelente inicio.
ResponderEliminarMuy interesante! Voy a leerte con mucho gusto!
ResponderEliminarTodo el éxito está garantizado. Valentía es tu palabra. Como siempre muy orgullosa de ti y gracias por aportar tantas cosas maravillosas. Buena vibra, profesionalismo, experiencia e inteligencia combinación extraordinaria. Felicitaciones
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